La alopecia oncológica es uno de los efectos secundarios más visibles de la quimioterapia. Aunque suele ser temporal, tiene un impacto emocional devastador en la mayoría de los pacientes. Los profesionales advierten que puede generar ansiedad y aislamiento social.
¿Y si fuera posible cursar una quimioterapia sin perder el pelo? En San Juan, un grupo de pacientes entusiasmó a su médico oncólogo a probar un método del que habían escuchado en otros lugares: armar un “gorro frío” rudimentario que permitiera proteger el cabello de la droga utilizada para combatir las células cancerígenas.
El oncólogo Mauricio Lirussi habló con NotiSalud sobre esta iniciativa, que surgió entre sus pacientes en el Instituto San Marcos, centro oncológico del que es director médico y cómo cambió radicalmente el ánimo de las pacientes en tratamiento oncológico el poder mantener su cabellera.
¿Cómo funciona el «casco frío» para evitar la caída del pelo durante la quimioterapia?
«El casco frío es algo que se creó hace un par de años, es bastante nuevo en realidad, y el objetivo es tratar de enfriar el cuero cabelludo de los pacientes, tratar de que se produce una base constricción del folículo piloso, que la droga quimioterapia no llegue al folículo piloso y de esa manera evitar la caída del cabello» explicó Lirussi.
El médico contó cómo empezaron a trabajar con una versión rudimentaria, por iniciativa de un grupo de pacientes. Con su supervisión notaron que sí se cumplía con el objetivo.
«Empezamos a armar lo que llamábamos los cascos fríos manuales o caseros, que se llamaban con geles, y la verdad que empezamos a ver que daban muy buenos resultados. Era un poco engorroso el procedimiento porque había que cambiar los cascos permanentemente, había que tener un equipo que le ayudara a la paciente a cambiar los cascos.»
El especialista comprobó que funcionaba, investigó que «no había ninguna contraindicación» y que a «nivel mundial es una recomendación grado 1», por lo que decidieron seguir adelante.
«Apareció una máquina, hoy hay en el mercado tres o cuatro modelos distintos de máquina, nosotros elegimos uno, que es la que más funciona en el mundo. La máquina hace lo mismo que los cascos caseros, nada más que con un porcentaje mayor de efectividad y muchísimo menos problema, porque uno llega, se sienta, se conecta a la máquina, la máquina es un casco que enfría la cabeza y la verdad que evita muchísimo la caída del cabello», sostuvo.

El poder mantener la cabellera, permite a muchas mujeres encarar el tratamiento con «otro ánimo», dicen los profesionales.
Respecto a cómo influye en las mujeres con cáncer que deben encarar la quimioterapia, el poder mantener su pelo, Lirussi consideró que «influye muy positivamente, primero porque le mejora todo su aspecto y segundo porque le da más inserción social, o sea, una paciente que está yendo a un tratamiento ambulatorio y que puede mantener su pelo, le permite hacer una vida social mucho más rica, que se divierta más, que pueda disfrutar más. Entonces, si ella puede contribuir a su cabello, me parece una buena cosa».
El sistema de cascos fríos funciona indistintamente del género, ya que hay muchos tipos de cáncer que afectan a hombres, quienes tampoco escapan de la alopecia oncológica. También es una solución para ellos.
«Pueden usarlo hombres, mujeres, sólo hay algunas limitaciones, hay algunos esquemas de quimioterapia que no se recomienda el uso, pero son las menos, en la mayoría de los pacientes, fundamentalmente cáncer de mama, y es donde se empezó a aplicar los cascos fríos, está recomendado y se puede usar sin problemas», dijo Lirussi, que detalló que no es recomendable en algunos tipos de quimioterapias «en los que los tiempos de infusión son muy largos», son demasiadas horas las que se debería usar el casco » y eso baja la efectividad y el cabello se cae lo mismo».

Así es el casco que viene con la máquina que permite enfriar el folículo y así no le llega la droga de la quimioterapia.
El testimonio de Anita
Anita tiene 42 años y hace tres años le diagnosticaron cáncer de mamá. Ella es una de las pacientes del Instituto San Marcos que pudo sumar el gorro frío a su tratamiento.
«Cuando me dijeron que tenía que hacer quimio, lo primero que pregunté inconscientemente era si se me iba a caer el pelo y la respuesta fue un rotundo sí. Cuando llegue a la clínica de San Marcos me ofrecieron el uso del casco frío, empecé averiguar y si había una posibilidad de no perder el pelo, lo iba intentar. Yo me corté la melena, así que el casco me cubría todo el pelo» contó a NotiSalud.
«No voy a mentir el gorro da mucho frío y hay que aguantar tenerlo antes, durante y después de la quimio, pero vale la pena, ya que como mujer que no se te caiga todo el pelo te ayuda a la autoestima, más en el proceso que estás pasando en esos momentos. Después de la primera quimio pensaba que no funcionaba porque se me caía mucho el pelo, después se detuvo un poco la caída. Si bien perdí pelo, jamás me quedé pelada, solo tuve menos cantidad. Yo recomendaría totalmente el gorro y sí , me ayudó mucho».