Los resultados de los estudios son mixtos, lo que mantiene el debate entre investigadores y médicos.
En 1970, dos investigadores daneses viajaron a Groenlandia para investigar una paradoja nutricional: los inuit que vivían en la región consumían alimentos muy ricos en grasas y, sin embargo, tenían tasas muy bajas de infartos. Esta observación contradecía el dogma nutricional de la época, según el cual el consumo de alimentos grasos –como la carne de ballena, de foca y el pescado azul– obstruía las arterias y provocaba enfermedades cardiacas.
Según los investigadores, los inuit de Groenlandia, un territorio danés, tenían niveles más bajos de colesterol y triglicéridos en sangre que los habitantes de Dinamarca. La razón, según su hipótesis, era que la dieta de los inuit era rica en ácidos grasos omega-3, sobre todo EPA y DHA, que se concentran en el pescado y los animales que se alimentan de él.
Estos hallazgos suscitaron décadas de interés científico y comercial por el papel de estos ácidos grasos en la salud cardiaca, incluso después de que estudios posteriores sugirieran que, en realidad, los inuit tenían tasas de enfermedades cardiacas similares a las de Europa, Estados Unidos y Canadá. Hoy en día, los suplementos de omega-3 se encuentran entre los más populares en EE. UU., superados solo por las multivitaminas y la vitamina D. Entre los adultos estadounidenses de 60 años o más, alrededor del 22 por ciento informó tomar omega-3 en una encuesta de 2017-2018.
A diferencia de la mayoría de otros suplementos, el aceite de pescado ha sido rigurosamente estudiado, dijo JoAnn Manson, profesora de Medicina en la Facultad de Medicina de Harvard. Pero los resultados de esos estudios han sido mixtos, lo que ha dejado a los investigadores y médicos aun debatiendo si el aceite de pescado es beneficioso para la salud del corazón. También han revelado que tomar aceite de pescado está relacionado con un riesgo ligeramente mayor de desarrollar fibrilación auricular, un tipo de latido irregular del corazón.
Esta es la situación actual de las evidencias sobre los beneficios y los riesgos del aceite de pescado.
Muchos estudios, poca claridad
Después de leer los informes de Groenlandia, los investigadores empezaron a estudiar a personas de otras partes del mundo y descubrieron, estudio tras estudio, que quienes consumían pescado al menos una vez a la semana tenían menos probabilidades de morir de cardiopatía coronaria que quienes rara vez comían pescado. En experimentos con animales, descubrieron que el aceite de pescado ayudaba a mantener en buen funcionamiento la señalización eléctrica de las células cardiacas, dijo Dariush Mozaffarian, cardiólogo y director del Instituto de Alimentos como Medicina de la Universidad de Tufts.
Pero la mayoría de los ensayos clínicos de cápsulas de aceite de pescado no han informado de ninguna reducción en la muerte por enfermedad cardíaca o en eventos cardiovasculares totales como infarto y accidente cerebrovascular. Ese fue el hallazgo de un metanálisis de 2018 que combinó los resultados de 10 ensayos de omega-3 que incluyeron a casi 78.000 personas.
Del mismo modo, los investigadores informaron que no hubo beneficios generales para la salud del corazón de los omega-3 en un ensayo de 2018 de más de 15.000 adultos con diabetes tipo 2 seguidos durante un promedio de siete años; ni en un ensayo de 2019 de más de 25.000 adultos mayores de 50 años seguidos durante un promedio de cinco años; ni en un ensayo de 2020 de una dosis alta de omega-3 probada en más de 13.000 personas con riesgo de enfermedad cardiovascular.
«Sería difícil que alguien que analice esos datos piense que hay algo a favor de los suplementos de aceite de pescado», dijo Ann Marie Navar, cardióloga preventiva del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas.
Los suplementos de omega-3 han sido relacionados con un riesgo mayor de fibrilación auricular, una condición que aumenta el riesgo de ictus e insuficiencia cardíaca, especialmente con dosis más altas.
Entonces, ¿deberías tomar aceite de pescado?
Algunos cardiólogos, como Navar y Nissen, dicen que las evidencias están en contra del aceite de pescado. Cuando ven a pacientes que toman estos suplementos, suelen recomendarles que los dejen.
Otros expertos, como Manson y Mozaffarian, creen que tomar un suplemento de aceite de pescado puede ser útil para las personas que no comen muchos alimentos de origen marino. En el ensayo de 2019 dirigido por Manson, los omega-3 parecieron beneficiar a las personas que consumían menos de una ración y media de pescado a la semana, pero no a quienes comían más.
Pero es mejor obtener omega-3 del pescado que del aceite de pescado, dijo Manson. Comer pescado aporta proteínas, vitaminas y minerales, y es una opción más saludable que las carnes rojas y procesadas. Las directrices de la Asociación Americana del Corazón sugieren consumir al menos dos raciones de 85 gramos a la semana. Lo mejor son los pescados grasos como el salmón, la caballa, las anchoas y las sardinas.
Pero si lo que se busca es proteger el corazón, hay otros cambios en la dieta y el estilo de vida que han demostrado ser útiles. En contraste con los datos contradictorios sobre los suplementos de aceite de pescado, Nissen dijo que la dieta mediterránea, que incluye pescado varias veces por semana y acentúa los cereales integrales, las frutas y verduras, las legumbres, los frutos secos, las semillas y el aceite de oliva, tiene claros beneficios.
«Las personas que esperan que la salud cardiaca provenga de un suplemento dietético mágico van por mal camino», dijo. «La salud cardiaca proviene de hábitos buenos y saludables».
Fuente: Infobae